En Nueva Zelanda, un hombre de 35 años cuyos resultados del examen de VIH resultaron positivos, inyectó su propia sangre a su esposa de 33 años mientras esta dormía. Como resultado de esto, la esposa también quedó infectada. Aparentemente pensó que si su esposa también estaba infectada volverían a hacerlo, lo que lo llevó a cometer semejante acción.
El veredicto será dado a mediados del 2010, en caso de ser encontrado culpable será condenado a un máximo de 14 años en prisión.

Tomado de Itai News.

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